jueves, 12 de junio de 2008

El chino neoyorquino y el portugués errante

Buenas a todos mis fans. Como sabréis, y si no, conociéndome, deberíais... yo no vivo solo. En mi faceta de “ser uno más” decidí vivir compartiendo piso de alquiler con gente común. Un piso de tres habitaciones normalmente ocupado por dos, al menos las últimas semanas. Y realmente es una experiencia fascinante. La siguiente historia es relatada en miércoles… y me referiré a los hechos acontecidos en los días previos al momento en que os cuento este capitulo de mi apasionante existencia.

Veréis, mi compañero con el que llevaba varios meses se fue del piso el viernes pasado porque encontró trabajo en otra ciudad. Me quedaba solo (justo lo contrario de lo que yo buscaba con esta experiencia). Pero mi estado de vivir solo me duro unas 15 horas puesto que el sábado habló un chaval portugués (de nombre Louis) con el casero para intentar quedarse en el piso. Y hablar lo que se dice hablar español... pues en plan apache. El problema era que el chaval no iba a tener el dinero de la fianza y el primer mes hasta unos días después, pero que intentaría que le pagasen cuanto antes. El casero dijo que vale. Pero mi casero es una serpiente incluso para mi criterio, y el "vale" pasó a ser un "ya veremos". Louis vino el domingo y se instaló. Pero el martes el casero fue al piso por la mañana para enseñar la otra habitación y al parecer Louis había movido algunos muebles de sitio en su habitación (“¡Oh! ¡¡Sacrilegio!!”) Entre eso y que no le había pagado, el casero decidió sacar todas sus cosas al salón (un poco de ropa y poco más) y cerrar la habitación con llave. Y después mandarme un sms a mí, explicándome eso y diciéndome que el portugués se fuera. O sea, encima que hace esa cabronada me toca a mí decirle al portugués que se vaya. Y mira que el tío me caía bien.

Pero es que no solo eso. Si no que me dice que la otra habitación ya está ocupada por otro chaval. Un americano que no habla español. Bueno, así practicaría mi don de lenguas, que no es que lo necesite pero me sirve para impresionar. Llegué al piso después de una dura jornada levantando el país y al poco rato llegó Louis que ya estaba sobre aviso pero que seguía a cuadros. Llamó al casero y este (cateto que es el pobre) le coge el móvil para enseguida colgárselo. Dos veces además. Vamos, que no sabe colgar directamente. Gentuza...

Louis consideró que pasaba de insistirle y que si no le querían ahí, él tampoco quería estar. Ya tenía una habitación para el día siguiente en otro piso. Eso me tranquilizó bastante porque el chaval era muy majo y me daba cosa que estuviese así. En ese momento Louis se largó a ver esta habitación y yo me quedé en paz sin prever lo que acontecería en las siguientes 3 horas de surrealismo.

Poco después, estaba yo jugando en el salón con mi Wii cuando se abrió la puerta. Al interesarme por quien podía ser, apareció el americano. Americano porque ha nacido en América porque el tío es asiático. En concreto de Nueva York. Es como un malo de una peli de Kung fu. Ojos rasgados pero no mucho, morenito y rapado al 1 o al 2. Estudia algo relacionado con el cine y viene 3 meses a España para aprender español. Y visto lo visto ya puede aprovechar los 3 meses porque vamos... Total, que estaba yo con él hablando en ingles de una forma (perfectamente) fluida, para conocernos y tal, y de repente me llama Louis a mi móvil 3G. Que la habitación que había ido a ver estaba libre para el día siguiente y que si podía quedarse a dormir en mi piso esa noche. Evidentemente le dije que no me importaba, que se viniese. Hay que ayudar a los necesitados...

Llegó al rato, le presenté al chino neoyorquino y ese fue el primer momento en el que tendríais que haberlos visto a los dos intentando comunicarse. El chino que no habla español y el portugués que no habla ingles. Para decir cualquier pamplina eran 10 minutos y cuando no podían más me miraban en plan: "traduce anda". Y claro, con este nivel lingüístico la conversación era de todo menos interesante. Así que opte por ceder mi mando de Wii a Louis, darle el segundo mando al chino y que se pusieran a jugar. La estampa era para enmarcarla. Mi cara para fotografiarla. La historia, para publicarla.

Por cierto... no os he dicho como se llama el chino. No sé si seréis capaces de pronunciarlo... atentos ¿eh? ¡¡Lucas!! ¡¡El chino neoyorquino se llama Lucas!! ¡Manda huevos! Pero bueno, para mí siempre será el chino neoyorquino, que queda más Humor Amarillo. Luego se pusieron los dos a hacerse tostadas en la cocina. Y eso que el chino ya había cenado. Todo esto, improvisado en 3 horas.

Al final Louis no durmió en mi cama como en un principio pensaba que pasaría, sino en un colchón que había libre y en mitad del salón. Por un momento pensé que cuando me levantase por la mañana no iba a estar Louis. Pero ni Louis, ni mi Wii, ni mi X360, ni mis juegos, ni el sofá, ni las tele, etc. Pero intenté no pensar en eso mucho. El chino neoyorquino por lo visto duerme con la puerta abierta. Cuando me he levantado, he ido al baño y le he visto, y parecía un pollo con la cabeza asomando. Terrorífico. Me he despedido de Louis que se ha ido antes que yo y me he venido al trabajo. Comienza una nueva jornada. Estoy listo para sobrevivir un día más. Y ya me pueden echar todos los compañeros de piso que quieran.

Leo J. Hodder

2 comentarios:

carlos dijo...

A mi Portugal siempre me ha parecido tercermundista...

Anónimo dijo...

Es una provincia extremeña en la que se habla gallego