jueves, 29 de mayo de 2008

El aprendiz

Soy un imán sexual, lo admito. Nunca he tenido problemas para atraer al sexo opuesto, más bien al contrario. Las atraigo demasiado. Mi vida sexual y amorosa es perfectamente plena y satisfactoria. Habrá quien diga que soy un fantasma,… ¡pues no! Y puedo demostrarlo. Sin pretender parecer un chulo o un presumido, puedo afirmar que he mantenido relaciones sexuales más de tres veces (cuatro y media para ser exactos) y que en al menos dos de esas ocasiones no las mantuve solo ¡ahí queda eso!.

Como iba diciendo… si, soy todo un latin lover. Es un don natural e innato pero debo admitir que en una ocasión comprobé que no era el único Don Juan de mi grupo de amigos. Teníamos a otro portento entre nosotros. Es más, llegue a aprender de él una de las técnicas de ligue más sofisticadas de la historia de la humanidad.

Nos encontrábamos mis amigos y yo disfrutando de unas merecidas vacaciones en un paradisiaco establecimiento llamado “Camping Cala del Aceite”, en la exótica población de Conil (el "incidente de la riada" ocurriría años después, así que todavía guardabamos grato recuerdo de aquellos parajes). Estaban siendo unas vacaciones maravillosas,…casi daba pena que se acabara el fin de semana,… la cuestión es (que ya me estaba apartando del tema central y mucho es que por una vez no vaya a hablar de mi mismo), que una noche decidimos comprar alcohol y bajar a la playa a beber. Era una playa como esas del Caribe. No tenia palmeras, no era excesivamente grande (en treinta pasos se recorría de punta a punta), estaba llena de rocas,… pero era como las playas del Caribe, con agua e incluso arena.

Comprada la bebida bajamos, al igual que otros clientes del camping, a practicar la sana costumbre del botellón en la playa. La noche iba transcurriendo y según iban pasando las horas el alcohol iba desapareciendo de la botella. Tras varios “whiskeyses” y unos cuantos “rones” con coke (decirlo en inglés me hace mas “cool” y es parte de mi encanto, así que apuntadlo queridos admiradores si queréis aprender a ser como yo), surgió la necesidad de confraternizar con el resto de gente, a ser posible gente femenina, que se encontraba bebiendo al igual que nosotros. Un amigo mío y yo decidimos adentrarnos en la playa y dar una primera vuelta de reconocimiento llevando con nosotros un “botellón móvil” (vaso en una mano y botella de alcohol en la otra. Pura tecnología al servicio del hombre). Tras dar los cuatro o cinco primeros pasos (si dábamos mas nos salíamos de la playa), nos dimos cuenta de que el alcohol había hecho mella en nuestra capacidad de orientación. No teníamos “balls” de encontrar al resto de nuestros amigos. Probamos a sentarnos aleatoriamente entre los distintos grupos de bebedores playeros pero los intentos de acertar y encontrar a nuestro propio grupo de bebedores playeros fueron un fracaso. Las leyes de la estadística estaban en nuestra contra. Dadas las circunstancias, había llegado el momento. El alcohol, la playa, la noche,… y estábamos perdidos. Solo nos quedaba una cosa: ligar.

Le daríamos la oportunidad a un grupo de afortunadas chicas de disfrutar de nuestra compañía. No solo era el contexto adecuado. También fue el momento indicado. Mi amigo concibió la mayor técnica de ligue que existía en aquel momento, solo superada hoy día por otra igualmente inventada por él, llamada “los hombres de Paco”, que ya explicare en su momento. Era tal la grandeza y complejidad de la técnica ideada por mi amigo aquella noche que prefirió guardarse los detalles para sí mismo, dándome como única indicación que le siguiera el “rollo”.

Seleccionamos un grupo femenino y nos dirigimos hacia el lugar. Por el camino observé en la expresión de mi compañero de batallas que mil ideas y estrategias pasaban por su cabeza… o eso o era cara de llevar una intoxicación etílica de dos pares de cojones.. Sea como sea, llegó el momento y todo ocurrió muy rápido. Nos situamos frente al grupo femenino. Mi amigo repaso mentalmente cada una de las frases que debían salir de sus labios, desarrollando en una fracción de segundo toda una conversación que desembocaría en una noche de lujuria y tiendas de campaña con movimientos rítmicos… una conversación que ni yo mismo conocía aun ni tampoco llegaron a escuchar las mujeres que frente a nosotros nos observaban ansiosas, ya que de tanto repasar las frases que nos harían triunfar, mi compañero olvidó que debía pronunciarlas en voz alta. Mientras miraba su vaso y asumiendo que las conversaciones que había tenido en su cabeza habían sido reales, solo acertó a pronunciar las palabras finales del plan, declarando, ante aquel público femenino, un rotundo:

"uuummmmmmmmmmm.......goteeeaaaaaaaaa....."

Había nacido así una frase mítica.


Leo J. Hodder

sábado, 24 de mayo de 2008

Yo

Mi nombre es Leo J. Hodder. Y no quiero risas.
Algunos dirán que abro este blog para hablar de mi.
Pues claro cojones. ¿De que voy a hablar si no?
¿De las malditas series? ¿De videojuegos? ¿Del gobierno?
Escribo porque doy que hablar. Y merezco ser conocido.
Y porque mi biografía va a tardar todavía.
Ya tengo a alguien trabajando en ella... pero no tiene ni puta idea.
Así que mientras, voy haciendo yo el trabajo por el que pago a otro.
Si es que soy un buenazo.

Este es solo un paso. Uno más.
De los muchos que he tenido que afrontar en mi vida
para llegar a donde estoy.
Para tener lo que tengo.
Y para ser como soy:

Un
worker, un soñador, un amigo cojonudo.
Soy un ganador, un valor en alza y un chico duro.
Pero por favor dense tiempo para conocerme.
Porque mi sencillez reside en mi complejidad.
Esta claro ¿no?.

Leo J. Hodder